Es inevitable en prácticamente todas mis charlas de sobremesa hablar sobre aviación, de todo tipo: militar, privada, deportiva, helicópteros y una miríada de actividades conexas. Y también ya me es habitual escuchar toda clase de quejas: que si no hay una buena política de Estado en materia aeronáutica, que si demasiados trámites burocráticos ralentizan el desarrollo de las empresas aéreas, o que si para las tripulaciones es bastante complicado obtener las licencias y certificados que requieren. Francamente debo decir que son, en esencia, los mismos lamentos que he escuchado durante más de treinta años, lo que pudiera llevarnos a reflexionar sobre la triste posibilidad de que, en todo este tiempo, pasando por toda clase de administraciones, hayan mejorado muy poco las cosas para la aviación en México.
Pero hace unos días, en una de esas agradables sobremesas con amigos aeronáuticos, surgió la pregunta: ¿Cuándo habrá sido la “era dorada” de la aviación comercial mexicana? A la que, después de un breve análisis por parte de los conocedores del tema ahí reunidos, se respondió: «es actualmente».
Así es, pese a la nostalgia que es natural sentir por aquellos «tiempos mejores», con todos esos grandes personajes ya idos que conocimos y que forjaron una vigorosa y muy hermosa industria aérea, coincido con la idea de que, en la actualidad, el transporte aéreo comercial en México vive el despertar de una verdadera «época de oro».
Claro que hay quienes argüirán: ¡Oye! ¡Pero han desaparecido varias aerolíneas y la pandemia le pegó durísimo a la industria, además estuvimos en Categoría 2 por más de dos años!
Pues sí, pero pese a esas calamidades, junto con muchas otras más, las aerolíneas mexicanas hoy día me parece que están mejor que nunca y tienen frente a sí un futuro muy prometedor. Se tienen estándares de seguridad al más alto nivel, con un crecimiento constante en el número de pasajeros transportados que, pese a las restricciones que se dieron como consecuencia de la degradación en Categoría por parte de las autoridades estadounidenses, ya superaron los niveles pre pandémicos, además de que la situación financiera de las tres principales aerolíneas nacionales ha mejorado notablemente y, en algunos casos, de manera verdaderamente sobresaliente, aún con los tremendos retos que han tenido que enfrentar en materia de infraestructura aeroportuaria, escasez de personal y fallas técnicas de proveedores internacionales, entre otros muchos problemas.
Hoy se cuenta con la flota aérea más moderna y joven que ha tenido en su historia la aviación comercial mexicana. Otrora veíamos operar a muchas aerolíneas nacionales diferentes, pero la mayoría lo hacían penosamente con aeronaves bastante viejas y, en general, con pocas unidades, así como con serias deficiencias en capacitación y mantenimiento, mientras que actualmente, aunque son menos las empresas activas, estas cuentan con flotas mucho más grandes, excelentemente mantenidas, actualizadas con lo último de Airbus y Boeing, en constante ampliación y renovación, además de que se da empleo a más pilotos que nunca, dándoles adiestramiento con los programas más completos y modernos.
De hecho, se acabó esa época en la que crecí y en la que lo normal era hablar de lo difícil que resultaba para un piloto conseguir empleo. Actualmente la carrera de piloto aviador es una de las mejor remuneradas y con más futuro en México, ya que las aerolíneas necesitarán cada vez más y más tripulaciones, en cantidades sin precedentes, junto con toda clase de especialistas en las diferentes disciplinas aeronáuticas.
No me cabe duda de que en Aeroméxico, Viva Aerobus y Volaris están haciendo un trabajo extraordinario, fincando un futuro muy sólido para la industria del transporte aéreo y si bien, es innegable que en nuestro país aún existen muchos obstáculos que librar para lograr las condiciones perfectas para el desarrollo de la aviación, me parece que los tiempos políticos que se avecinan representan también nuevas oportunidades para hacer oír la voz de esta tan importante y noble industria y llamar la atención de los candidatos, para que se tenga presente en la agenda nacional el valor de esta actividad indispensable para el progreso.
Esta nueva era de oro que ha comenzado para las aerolíneas no puede, ni debe, pasar desapercibida.
Saludos
Héctor Dávila