2 febrero 2025
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    SEGURIDAD AÉREA ¿MEJOR O PEOR?

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    El último mes del 2024 cerró con la amarga noticia de las tragedias áreas de Kazajistán y Corea del Sur, mientras que el primer mes del año nuevo concluyó con sucesos no menos tristes, con la terrible colisión de un helicóptero y un avión comercial en Washington DC y la trágica caída de un Learjet en Filadelfia, Estados Unidos.

    El accidente en la capital estadounidense ha desatado toda clase de comentarios, tantos y tan variados, que de verdad me sorprende cómo en las redes se pueden difundir tal cantidad de mentiras y especulaciones, incluso alimentando teorías sobre conspiraciones y otras locuras, que solo confunden al público y generan temor a volar, sin ningún fundamento.

    Si bien, como en todo accidente aéreo, no puede descartarse nada y no podremos saber con certeza las causas de esta desgracia, sino hasta que concluya una ardua, meticulosa y metódica labor de investigación, los datos del control de tránsito aéreo (CTA) que se han dado a conocer nos permiten deducir, con bastante seguridad, que se trató del resultado de una cadena de errores humanos por parte de la tripulación del helicóptero, que por más increíbles que nos parezcan, lamentablemente llegan a suceder en ambientes de vuelo críticos, como el que prevalecía ese fatídico 29 de enero en las inmediaciones del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington.

    Ahí, con una noche alfombrada de luces, con muchos aviones similares al Bombardier CRJ-701ER del vuelo 5342 de PSA/American Eagle (al servicio de American Airlines) aterrizando uno tras otro, mientras por debajo de ellos cruzando un abundante tráfico de helicópteros ejecutivos, que satisfacen las necesidades de numerosos políticos y militares, entre ellos un Sikorsky VH-60M Black Hawk (si, con V en vez de U en su designación, por ser un helicóptero destinado a servicio VIP) del 12 Batallón de Aviación del Ejército, dedicado al transporte de altos funcionarios del Pentágono, volando como acostumbraba en una ruta que sigue el contorno del Río Potomac y pasa frente a la cabecera de la pista 33 del aeropuerto, a una distancia y altitud, que de observarse estrictamente, no debería interferir con el aterrizaje de los aviones.

    Los pilotos del American Airlines tenían clara preferencia, concentrados en su aproximación final para aterrizar por instrumentos y, seguramente, con el helicóptero en una posición que no podían tener fácilmente a la vista. La grabación de la comunicación con el CTA deja bien claro que el piloto del helicóptero, que volaba bajo reglas de vuelo visual, era responsable de mantener separación con el avión comercial y lo confirmó, pero un análisis de la ruta y su posición relativa al avión siniestrado, genera la sospecha de que pudiera haberse confundido y creer que otro avión que venía más atrás, para aterrizar en el mismo aeropuerto, era el que debía tener en todo momento a la vista. Más difícil de explicar es el por qué se salió de la ruta habitual y se acercó un poquito más a la cabecera de la pista, y por qué ascendió por encima del límite de altitud asignado a dicha ruta, que es de 200 pies, mientras volaba a más de 300. Ese «poquito» más alto y a la derecha fue la diferencia entre la vida y la muerte, y una lección más sobre la importancia de que en la aviación los procedimientos se sigan estrictamente apegados a las normas.

    Mucho más difícil de explicar es qué pudo pasar con el Learjet 55 de matrícula mexicana XA-UCI que se estrelló el 31 de enero en Filadelfia, el cual explotó espantosamente dejando sin vida a sus 6 ocupantes y a una persona en tierra, junto con 19 heridos y graves daños materiales. El avión, que operaba un servicio de ambulancia aérea, se estrelló en picada apenas 40 segundos después de haber despegado, como si hubiera sufrido una muy repentina falla catastrófica…

    Estos lamentables sucesos evidentemente nos llevan a pregúntanos cómo va realmente la seguridad aérea y si los accidentes van o no en aumento. La respuesta rápida es, sin temor a equivocarnos, que dado el impresionante crecimiento del transporte aéreo, este es cada vez más seguro a nivel mundial.

    En particular con respecto a México, he llevado un estadístico detallado de sus accidentes aéreos durante más de una década, basándome casi exclusivamente en los accidentes e incidentes graves dados a conocer por los medios de comunicación y otras fuentes, incluyendo los de aviones ultraligeros y hasta globos aerostáticos. Analizando esta información, que aunque por diversas razones no siempre coincide con los datos oficiales, puedo asegurar que hay claros indicios de mejoras en la seguridad de la aviación civil nacional, especialmente dentro de las aerolíneas comerciales, que no han sufrido siniestros ni fatalidades en los últimos cinco años.

    Durante el año 2020 se voló muy poco por causa del Covid 19 y por tanto la siniestralidad fue muy baja, pero para el 2021 el número de operaciones experimentó una asombrosa recuperación, superando los niveles pre pandemia, año en que registré 70 accidentes de todo tipo de aeronaves civiles en México, los que disminuyeron a 47 durante el 2022, a 46 en 2023 y a 42 para el 2024, lo que representa una clara disminución en los accidentes aéreos en el país del 40% en menos de un lustro.

    En lo que se refiere a fatalidades, en 2021 fallecieron 44 personas en accidentes aéreos civiles en México, cifra que en 2022 disminuyó a 36, mientras que en 2023 perdieron la vida 38 personas, pero para 2024 la cifra bajó a 30, lo que representa una disminución del número de fatalidades del 32% en solo cuatro años.

    La mayoría de los accidentes en México los sufren aviones ligeros a pistón y fumigadores, manteniéndose la siniestralidad de jets ejecutivos y turbohélices a la baja: en 2021 se accidentaron 6 aviones ejecutivos en el país, lo mismo que en 2022, mientras que en el 2023 fueron 5 y en 2024 bajaron a solo 4.

    Con respecto a los helicópteros, el número de accidentes también se ha mantenido estable, pese a que el número de operaciones, como en todos los demás tipos de aviación, han aumentado considerablemente. En 2021 tuvimos 5 accidentes de helicópteros civiles en el país, 4 durante 2022, también 4 en 2023 y al parecer solo 3 en el 2024, por lo que en materia de seguridad en aeronaves de ala rotativa, la disminución en accidentes ha sido muy notable (cabe señalar que en esta estadística no cuento los helicópteros militares y navales).

    Evidentemente, se requiere de un análisis más profundo y contando con mayor información para entender mejor el comportamiento de la seguridad aérea en nuestro país, pero los datos disponibles nos permiten observar una clara mejoría, pues es innegable que en México cada día se vuela más, a la vez que hay menos accidentes e incidentes, pese a lo que pudiera intuirse a raíz de lo que se ve en los medios de comunicación, por lo que al final de cuentas, por encima de las lamentables tragedias que todos conocemos, una buena noticia es que podemos asegurar que la aviación sigue siendo el medio de transporte más seguro.

    Saludos

    Héctor Dávila

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