Mucho se ha hablado últimamente en los medios nacionales de las aerolíneas de bajo costo, no solamente de las que están bien afianzadas en su nicho de mercado y se siguen consolidando, como Volaris y Viva Aerobus, sino también de las recién llegadas y de las que aún estamos a la expectativa de ver qué tan alto llegan, como la nueva aerolínea estatal Mexicana. Sin duda el tema de llevar la opción del transporte aéreo a más y más personas, a través de modelos de precios muy económicos en los pasajes, es sumamente interesante, especialmente en un país como el nuestro, pero creo que es igual de importante contar con servicios aerocomerciales adecuados para ese gran mercado de negocios y turismo de gama alta, que busca no solo transportarse con eficiencia y seguridad, sino también hacerlo satisfaciendo mayores expectativas en cuanto a atención, confort y hasta lujo.
Es en esta área donde campea nuestra querida AeroMéxico, una aerolínea de abolengo, dirigida desde el año 2005 por el avezado Dr. Andrés Conesa, que se ha preocupado mucho por ofrecer ese servicio «plus» que buscan los viajeros más exigentes, junto con destinos internacionales de primera, con mejores conexiones y con más opciones de horario.
Por supuesto, pretender que sea válido comparar los precios de los pasajes de una aerolínea como AeroMéxico, contra las que presumen de ser «de bajo» y hasta de «súper bajo» costo, me parece algo injusto, pero en la práctica sucede, especialmente con algunas rutas muy particulares. Sin embargo, pese a que las dos principales empresas de bajo costo del país ya la superaron en cuanto a número de pasajeros, transportados anualmente en vuelos nacionales, AeroMéxico sigue representando un bastión en lo referente a su participación en el mercado de pasajeros transportados en rutas internacionales, donde lidera demostrando claramente la importancia de contar con este tipo de servicio, al grado de que muchos, como yo, consideran que lo más parecido que tenemos en México a lo que se conoce como una «aerolínea bandera», es precisamente AeroMéxico.
Y con tal responsabilidad a cuestas, no tengo duda de que AeroMéxico ha representado, con sus errores y aciertos, un papel bastante digno como línea aérea internacional de gran clase, especialmente si tomamos en cuenta que ha sido una de las más afectadas por los problemas extraordinarios que han oscurecido el panorama de la aviación mundial en los últimos años, ya sea por su particular modelo de negocios o por su estructura operativa y equipo, pues no solamente fue muy golpeada por los cierres de rutas a nivel mundial, que se dieron por culpa de la pandemia, sino que sus planes de crecimiento y expansión hacia el mercado norteamericano se vieron tristemente ralentizados por los más de dos años que México pasó bajo las restricciones de la famosa Categoría 2, además de que, por la conformación de su flota aérea, también sufrió duramente por la puesta en tierra de los aviones Boeing 737 MAX.
De verdad admiro que, pese a tanto golpe, AeroMéxico siga en pie sin tambalearse y dando la pelea; vaya que no han sido pocas las vicisitudes que ha tenido que pasar esta empresa, la mayoría adversas y de fuerza mayor, tanto que apenas se recibieron las buenas noticias de que ya podrán volver a volar sus tan tristemente célebres 737 MAX 9, cuando se dio a conocer, el pasado 26 de enero, que el Departamento de Transporte de los Estados Unidos (DOT) dictó un fallo provisional desestimando la solicitud de renovación de la inmunidad antimonopolio, necesaria para continuar con la importante alianza que tiene la aerolínea con Delta desde 2017, argumentando que consideran que existe, por parte del gobierno mexicano, incumplimiento a las obligaciones del Acuerdo Bilateral de Servicios Aéreos, en particular por ciertas modificaciones hechas a la operación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), como son la reducción a las operaciones de pasajeros en horarios saturados y el trasladado de los vuelos de carga al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
AeroMéxico y Delta aún tienen recursos que podrían hacer que el gobierno estadounidense les permita continuar con esta alianza estratégica, pero de no lograr un fallo definitivo favorable, no gozarían de la inmunidad antimonopolio necesaria para que funcione el Acuerdo de Cooperación Conjunta, por lo que entonces la alianza entre las dos empresas aéreas tendría que disolverse el próximo 26 de octubre, lo que sería catastrófico, a un nivel que no quiero ni imaginar.
Vaya que mi querida AeroMéxico ha sufrido mucho y sin deberla ni temerla, pero esta es una empresa, como dije antes, de verdadera clase mundial y tengo la confianza de que, al igual que con todas las calamidades anteriores, nuevamente logrará salir airosa, para que podamos ver la librea del “Caballero Águila» llegar todavía más alto y más lejos, porque México merece tener una línea de aérea de este nivel y calidad.
Saludos
Héctor Dávila
